El veneno de abeja contiene péptidos naturales (como melitina y apamina) que, al aplicarse en la piel, estimulan una ligera microcirculación y funcionan como un “despertar” natural para las células cutáneas. Estimula la producción de colágeno y elastina, ayudando a que la piel esté más firme, lisa y compacta. El efecto es similar a un lifting suave, pero sin agujas ni tratamientos invasivos.

En la mayoría de los casos, el veneno de abeja en cosméticos está en concentraciones muy bajas y seguras, que no provocan alergias. Aun así, recomendamos hacer un test de sensibilidad antes del primer uso: aplica una pequeña cantidad en el interior de la muñeca o detrás de la oreja y espera 24 horas. Si no hay reacción, su uso es seguro.

Si tienes alergia confirmada a las picaduras de abeja o has sufrido una reacción alérgica grave (como shock anafiláctico), no se recomienda usar productos con veneno de abeja, ni siquiera cosméticos. En ese caso, consulta a tu médico o alergólogo antes de usarla.

Actualmente, el veneno se recoge con un método especial que no daña a las abejas. Se usan placas de vidrio con una suave corriente eléctrica que estimula a las abejas a liberar el veneno sin perder su aguijón. Luego se seca y se extrae para uso cosmético. Este método es ético y sostenible, y no perjudica a la colonia.

Sí, la fórmula contiene ingredientes calmantes como bisabolol, D-pantenol, manteca de karité y manteca de cacao, que son delicados incluso con piel sensible. No obstante, si tu piel es muy reactiva o sensible a ingredientes activos, te recomendamos hacer un test previo.

Para mejores resultados, recomendamos usarla diariamente, por la mañana y/o por la noche, sobre piel limpia y seca. Con el uso regular, los efectos del veneno de abeja y otros activos se acumulan y refuerzan.

Sí, la crema combina bien con la mayoría de sérums, tónicos y protectores solares comunes. Si usas activos potentes (como retinol o ácidos), aplícala al final para calmar e hidratar la piel.